lunes, 20 de diciembre de 2010

Crónicas desde la eternidad II


The sun is shining, the grass is green
The orange and palm trees sway
There's never been such a day in Beverly Hills, L.A.
But it's December the twenty-fourth
And I am longing to be up north

I'm dreaming of a white Christmas

Un cuento cuántico de Navidad

Desde mi privilegiada atalaya de consciencia entre reencarnaciones os quiero contar unos hechos que pusieron los cimientos de una nueva era de bienestar planetario.

En aquellos lejanos tiempos de 2033 se cumplían dos décadas y media de una profunda crisis. Las finanzas iban cada vez peor. Los gobiernos de los países más poderosos duraban muy poco ante su impotencia para encontrar soluciones. La desconfianza y avaricia de los mercados estaban acabando con la esperanza de poder remontar la crisis. Parecía que vivíamos en el reino de Mordor, por todos lados se percibía una gran perturbación en La Fuerza. Nos estábamos deslizando claramente hacia el lado oscuro (valga la paradoja). A los conocidos grafittis de «Gandalf sálvanos» que habían aparecido en la anterior crisis, se le añadieron los de «Dumbledore ayúdanos», «Yoda no nos abandones» y algunos otros.

Yeferson Menteforte alias Yefer, alias Bilgueits era un ecuatoriano que a sus veintipocos años y después de terminar sus estudios de Ingeniería en Ciencias Computacionales Especialización Sistemas de Información en la Escuela Superior Politécnica del Litoral con sede en Guayaquil, emprendió un largo peregrinaje para encontrar un puesto de trabajo digno y acorde con sus estudios. Acabó integrado en una C.B. que se dedicaba al mantenimiento de inmuebles (chapuzas a domicilio) en Albacete, compuesta además de él, por: el rumano Maurius Pladuru alias Pladur, el murciano José Francisco Velázquez (pintor) alias Paco y los hermanos ucranianos Alexander Bondarenko alias Xaxa y María Bondarenko alias Yedai que se ocupaba de la vertiente comercial y administrativa del negocio.
Yefer al acabar la jornada, en el minúsculo piso donde vivía de alquiler, se pasaba varias horas con su portátil poniéndose al día de las últimas novedades en Informática, a la vez que frecuentaba todo tipo de redes sociales que bullían en la galaxia de Internet.
Un mal día en el que Yefer estaba trabajando junto a Pladur enyesando el techo de un adosado, y debido a la mala planificación de los Riesgos Laborales, sufrió una desafortunada caída que le provocó un traumatismo craneal que derivó en un estado de coma en pocas horas una vez ingresado en el Hospital Universitario Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. María se pasaba todo su tiempo libre y todas las noches junto a su cama.
A María que había cursado estudios de Física en su Odesa natal le habían puesto el apodo de Yedai por su afición a la Mecánica Cuántica y al estudio de los fenómenos llamados noéticos que predican el poder de la mente sobre la materia. En el hospital, junto a la cama de Yefer leía en voz alta libros y artículos relacionados con esta nueva ciencia al mismo tiempo que trataba de influir en la sanación de su amigo y compañero aplicando todos sus conocimientos y habilidades.
Yefer, al cabo de nueve meses de permanencia en la clínica, una tarde de Junio se despertó, dijo que tenía mucha hambre y que por favor le trajeran un «ceviche de chocho ambateño» (plato típico de la sierra ecuatoriana). A los pocos días y después de exhaustivos controles clínicos los médicos tuvieron que darle el alta hospitalaria recomendándole que hiciera reposo en su casa. No se explicaban su curación.
Ya en su domicilio, a Yefer le sucedió algo extrañísimo: empezaron a llegarle a su e-mail fotos en las cuales había participado de forma pasiva, fotos hechas por personas ajenas a él y, cuyas máquinas fotográficas enfocaban un grupo de personas o un monumento en el momento en que Yefer de forma anónima pasaba por allí. Generalmente su imagen se veía desenfocada, en muchas estaba andando, en otras de espaldas, en algunas sólo se le veían las piernas o medio cuerpo o una sola mano, pero en todas tenía la completa certeza de que era él. Las había de muy diversos lugares: Quito, Guayaquil, Acapulco, Seattle, Montevideo, San Francisco, Villarreal, Sevilla, Buenos Aires, Londres, Buñol y por supuesto Albacete. Lo más extraño de todo era que los correos le llegaban sin remitente y no tenía forma de contactar con quien los habían mandado, si es que los había mandado alguien. María pasaba por su casa todos los días para ver si necesitaba alguna cosa y, por fin intuyendo que ella sabría algo le preguntó directamente. María tuvo que confesarle que había sido un experimento suyo durante el periodo que estuvo en coma y le puso al día de todos sus conocimientos.
De inmediato se interesó por todo lo que tenía relación con la Física Cuántica y las ciencias noéticas, le pidió a María la información básica y entre los dos y con la ayuda de su gran habilidad con Google se pusieron al día en todo lo referente a los Experimentos de la Intención. Averiguaron que se habían hecho muchos experimentos para intentar salir de la crisis pero les daba la impresión que se frustraban porque trataban de influir sobre algo muy complejo y, que además se desarrollaban de forma oculta, como con miedo. Un buen día, al despertarse, a Yefer le vinieron a la cabeza unas palabras que le había oído a Facundo Cabral durante un recital en Montevideo: «el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruya hay millones de caricias que alimentan a la vida». Eso era lo que le faltaba a los Intentos, ruido, publicidad, algo más concreto y sencillo, y que todo el mundo pudiera comprender y contemplar.
María y Yefer se pusieron a trabajar sin tregua para conseguir un objetivo: que nevara en Beberly Hills la próxima Nochebuena. Contactaron con todas las organizaciones noéticas, con científicos cuánticos y con el alcalde de Beberly Hills. No hubo ninguna aportación monetaria, sólo se necesitaba poner en marcha con un pequeño empujón la maquinaria de la publicidad. De eso se encargó el alcalde, involucrando a algunos de los artistas y estrellas de Holywood que allí vivian.

El experimento fue un éxito: el veinticuatro de diciembre de 2033 nevó en Berbely Hills a partir de las 10PM y durante dos horas y media. El evento fue televisado en directo a todo el planeta y repetido hasta la saciedad. Los testimonios de los meteorológos que se encargaron de medir el fenómeno no dejaron ningún resquicio al fraude. Inexplicablemente y contra todo pronóstico había nevado en Bervely Hills.
La repercusión fue enorme e inmediata, las organizaciones que se dedicaban a los Experimentos de la Intención se unieron con el propósito urgente de acabar con la crisis, empleando Intenciones mas concretas y sencillas. En pocas semanas lo consiguieron. La perturbación en La Fuerza desapareció.
Con el tiempo se creo un organismo internacional para la regulación de estos fenómenos. Sólo se permitían aquellas Intenciones que fueran globales y destinadas al mejoramiento del bienestar común y al mejor reparto de la riqueza. El organismo recibía todas las propuestas y las aprobaba o rechazaba. Una de las más originales fue promovida por varios grupos antimilitares y pacifistas, que proponían que los únicos militares que quedaran en el planeta fueran los controladores aéreos...

María y Yefer como era de esperar se unieron en cuerpo y espíritu... pero ya os lo contaré otro día que esto se ha hecho muy largo...

3 comentarios:

  1. Muy bonito este cuento y muy esperanzador. Lo mejor sería que no hubiese que esperar al 2033.

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  2. Por fin lo he leído. Está muy chulo, original y positivo. Digo lo que la mamá: a ver si podemos hacer algo antes de 2033...

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