jueves, 3 de junio de 2010

Pecados capitales IV

LUJURIA

Loren hace varias semanas que no ha pasado por su puesto de trabajo, trabaja rodeado de mujeres, ocupa un pequeño despacho en la sede de presidencia: un edificio cercano al palacio presidencial. Comparte secretarias, secretarios, administrativos y administrativas con otras jefaturas intermedias. Como este año la consigna es que hay que ajustarse el cinturón más que el pasado... pues el aire acondicionado sólo refrigera a veintiún grados... en reciprocidad se les concede a los hombres el sincorbatismo y el sinchaquetismo y a las mujeres las blusas de tirantes. El conjunto de vestimentas hace que se cree una atmósfera de mayor confianza y poco a poco se pueden observar camisas floreadas en lo hombres y en las mujeres camisetas más ajustadas y faldas más cortas de lo habitual. Aunque Loren en la calle y en las cafeterías puede observar vestimentas y actitudes mucho más atrevidas en las chicas, es en el entorno de su lugar de trabajo donde le produce mayor efecto el destape: tiene mucho morbo ver los hombros, escotes y piernas de sus compañeras que durante el invierno han permanecido ocultos.
Entra en la sala de administrativos y se acerca a la mesa de Mari Puri, realmente ése no es su nombre pero todos la llaman así y a ella le gusta.
-Hola, ¿me puedes hacer una gráfica, que a mí se me da muy mal?
-Claro Loren para eso estamos- le contesta Mari Puri con una sonrisa.
-¿Cómo quieres que te mande los datos?
-Como quieras... Loren... en un fichero de texto o en una hoja de cálculo, ya sabes que soy muy eficiente...
Durante toda la conversación ha permanecido de pie y Mari Puri sentada, por lo que ha podido contemplar su generoso escote, y sus piernas hasta medio muslo, pero es al salir y girarse cuando se ha fijado en su nuca lo que le ha producido mayor morbo. Mari Puri tiene la piel muy blanca y el pelo castaño claro con algunas mechas naturales pelirrojas, le gusta peinarse como una niña con dos pequeñas trenzas, esto hace que en la nuca se le forme un pequeño rizo muy claro que es lo que le hace sentir a Loren un cosquilleo en la barriga.
Cerca del final de la jornada acude Mari Puri a su despacho, le entrega la gráfica, charla un poco con él y se dispone a salir, pero justo en el quicio de la puerta se para para hablar con una compañera que pasa por el pasillo, se demora diez minutos en esta postura: de espaldas a Loren ofreciéndole su nuca, el bamboleo de sus caderas y la esbeltez de sus largas piernas.

Sale a comer sin prisa a una cafetería de los alrededores y después vuelve a su despacho a ponerse al día con los informes, más tarde regresa a casa, se ducha con agua tibia (nunca ha creído en la eficacia de las duchas frías) se viste solamente con un liviano kimono atado con un cinturón, cena uno de sus combinados de legumbres preferido y como todas las noches desde hace varias semanas coge su guitarra y puntea una melodía que se le ha metido en la cabeza toda la tarde: el garrotín de La corte de Faraón cuya letra dice así: «...Cuando te miro el cogote/ y el nacimiento del pelo/ se me sube, se me sube, se me baja/ la sangre por todo e cuerpo...», se desabrocha el cinturón... el güisqui con hielo ya se lo tomará después...


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