lunes, 10 de mayo de 2010

Paseos con perro II

Pordiosero

Como todos los días madruga el paseante y antes de salir de casa mientras lee la prensa digital en su ordenador escucha una emisora de radio a través de internet. Oye las opiniones políticas de los tertulianos y cree que todos tienen razón, sus razonamientos raramente pueden ser revocados, parece que todos están en posesión de la verdad, por eso prefiere leer y escuchar aquellos medios que están más cercanos a sus preferencias socio-políticas.
Esta mañana en el último minuto antes de apagar el ordenador ha escuchado el anuncio de la segunda convocatoria para elegir la palabra más bella del castellano con motivo del día del libro.

Ya en el paseo ha vuelto a recordar el anuncio. Como no es muy participativo sabe que no concursará pero al igual que hace un año elige su palabra preferida: pordiosero.
Le gustan las palabras compuestas como limpiaparabrisas, robaperas, tuercebotas, besamanos, calientabraguetas, aguafiestas, pasatiempo, autoestima... quizá porque son palabras que se pueden inventar y nacer cada día. Se inventa una: salvahoras.

Sin embargo la palabra pordiosero a pesar de ser compuesta ha perdido su solera y se ha quedado en un insulto. Ya no se llama pordiosero al que pide limosna sino al que descuida su vestido, su peinado o su afeitado.
Algunas veces su mujer le dice -¿No irás a salir así a la calle? Pareces un pordiosero, a ver si te van a dar limosna.

Pordiosero es o era una oficio, como picapedrero, zapatero, panadero y muchos otros. Pordiosero es el que pide limosna en nombre de dios o por el amor de dios.
En todas las religiones se predica y se practica la caridad y sin duda el mejor intermediario es ese dios cabeza principal de su credo.
Recuerda el paseante como en su infancia llamaban a la puerta de la planta baja donde vivía toda suerte de pedigüeños:
-Una limosna por el amor de dios.
-Una caridad que dios se lo pagará.
Su madre unas veces atendía el ruego y otras contestaba -Otra vez será hermano, o hermana.
El paseante cuando da limosna siempre es a los que acompañan la petición haciendo sonar algún instrumento musical.

Sus pensamientos discurren y se bifurcan sin condicionantes por todos los rincones del universo hasta desembocar en las antípodas cuando ya de vuelta se da cuenta de que su perro Corso no le sigue ni le precede, no se apura, sabe que lo encontrará cerca de casa, de no ser que se haya ido detrás de una perra en celo. Efectivamente, Corso está rondando los contenedores de basura en las proximidades de su portal, menea el rabo y con su mirada le hace saber al paseante que se arrepiente de la escapada y que no ha pasado nada grave. Los dos suben a casa...

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