Al paseante algunos amigos lo califican de ingenuo, él está de acuerdo, es una de sus características, cree en la bondad de la gente antes que en su maldad.
En su paseo matutino de hoy le ha dado por recordar que estos últimos días ha oído y ha visto al molt honorable pregonar hasta desgañitarse: «...yo no me he enriquecido, yo no he hecho nada...» Como es un ingenuo se lo cree, pero ¿No sabe el molt honorable que precisamente ese es su delito? No se ha enriquecido, simplemente no ha hecho nada mientras los contratadores de sus consejerías han hecho todo lo demás. Él sólo se ha dejado alagar la vanidad aceptando unos regalos.
El molt honorable también es un ingenuo al igual que sus correligionarios del este y del norte, éstos dos además de ingenuos: cínicos y prepotentes.
Está claro que el poder corrompe y que la camarilla que rodea a los poderosos ayuda a que esto sea así. En su afán por alagar al mandamás le hacen creer que está por encima de la ley, del bien y del mal, le dicen que los votos lo absuelven y que puede hacer lo que quiera, que está en su derecho.
Pero un president molt honorable debe saber estar en toda situación: debe saber recibir los aplausos, las palmaditas en la espada y los vítores de sus votantes, jefes y seguidores; debe saber probarse trajes; debe saber emocionarse escuchando y cantando lo himne; y sobre todo debe saber cuando está haciendo el ridículo él y su autonomía y saber retirarse. El president sin embargo sigue adelante en su locura personal y política hasta pronunciar frases tan surrealistas por calificarlo de forma benigna como la de: «...pido para mi Gobierno una medalla mundial interplanetaria...»
De todo esto resulta una acusación por «cohecho pasivo impropio,» lo de «impropio» en términos jurídicos debe significar algo así como que «te ha tocao de rebote,» pero el paseante piensa que es mejor atribuirle la propiedad de que es impropio de personas con sentido común, impropio de personas humildes y sobre todo impropio de personas honradas.
El paseante al cruzarse con El de la vara vuelve a este mundo, busca a Corso y lo encuentra cerca de él ajeno a sus tribulaciones, guiado por su instinto ni siquiera es consciente de que en el estado de California hay un exagerado abandono de perros chihuahuas debido a la crisis financiera y que en Atenas un colega suyo, mestizo, de nombre Lukanikos enseña los dientes a la pasma mezclado con los manifestantes movidos por una crisis mucho más dura...
En su paseo matutino de hoy le ha dado por recordar que estos últimos días ha oído y ha visto al molt honorable pregonar hasta desgañitarse: «...yo no me he enriquecido, yo no he hecho nada...» Como es un ingenuo se lo cree, pero ¿No sabe el molt honorable que precisamente ese es su delito? No se ha enriquecido, simplemente no ha hecho nada mientras los contratadores de sus consejerías han hecho todo lo demás. Él sólo se ha dejado alagar la vanidad aceptando unos regalos.
El molt honorable también es un ingenuo al igual que sus correligionarios del este y del norte, éstos dos además de ingenuos: cínicos y prepotentes.
Está claro que el poder corrompe y que la camarilla que rodea a los poderosos ayuda a que esto sea así. En su afán por alagar al mandamás le hacen creer que está por encima de la ley, del bien y del mal, le dicen que los votos lo absuelven y que puede hacer lo que quiera, que está en su derecho.
Pero un president molt honorable debe saber estar en toda situación: debe saber recibir los aplausos, las palmaditas en la espada y los vítores de sus votantes, jefes y seguidores; debe saber probarse trajes; debe saber emocionarse escuchando y cantando lo himne; y sobre todo debe saber cuando está haciendo el ridículo él y su autonomía y saber retirarse. El president sin embargo sigue adelante en su locura personal y política hasta pronunciar frases tan surrealistas por calificarlo de forma benigna como la de: «...pido para mi Gobierno una medalla mundial interplanetaria...»
De todo esto resulta una acusación por «cohecho pasivo impropio,» lo de «impropio» en términos jurídicos debe significar algo así como que «te ha tocao de rebote,» pero el paseante piensa que es mejor atribuirle la propiedad de que es impropio de personas con sentido común, impropio de personas humildes y sobre todo impropio de personas honradas.
El paseante al cruzarse con El de la vara vuelve a este mundo, busca a Corso y lo encuentra cerca de él ajeno a sus tribulaciones, guiado por su instinto ni siquiera es consciente de que en el estado de California hay un exagerado abandono de perros chihuahuas debido a la crisis financiera y que en Atenas un colega suyo, mestizo, de nombre Lukanikos enseña los dientes a la pasma mezclado con los manifestantes movidos por una crisis mucho más dura...
P.D.: En la década que llevamos de siglo XXI todo sigue igual, sobre todo en política, tal vez en este momento se esté cociendo un cambio forzoso...
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