Vuelve el calor, el paseante se atreve a salir con camiseta de manga corta. En el grupo de Los importantes uno de los componentes viste pantalón corto, lo recuerda de otros veranos, a la vuelta llevará el dorso desnudo, seguramente su terapia consiste en tomar el sol lo más posible.
A la media hora de iniciado el paseo se llega al cruce de caminos principal, si Corso camina por delante se para, se vuelve y mira a su amo, esto lo hace para no tener que dar marcha atrás, el paseante si tiene prisa en ese momento se vuelve, de lo contrario puede ir a la izquierda, muy raramente a la derecha y la mayoría de las veces hacia adelante, Corso una vez aclarado el itinerario se vuelve a adelantar.
Por encima de otros sonidos se oyen a intervalos varios bocinazos que hacen que pierda el hilo de sus pensamientos, por un momento se sorprende pero rápidamente se da cuenta de lo que pasa: como otros años en el grupo de Las chicas de plata varias de sus componentes quieren ponerse morenas y descubren sus brazos, hombros y escotes lo que hace que los camiones berreen como ciervos en celo. Este grupo siempre pasea por la vía de servicio que discurre pegada a la autopista. Está compuesto por madres jóvenes que después de dejar a sus niñas y niños en el cole se juntan para pasear, su número oscila entre dos y seis componentes.
Al paseante le gusta el itinerario del camino de tierra de la ribera del río. Cuando ha llovido y está embarrado pasea por el otro camino, entonces se cruza con Las chicas de plata, saludan muy amablemente, todas menos una, la que mas buena está o mejor ha sabido mantener su juventud, al paseante le molesta esta actitud no tanto por la negación del saludo sino por la confirmación de ese manido prejuicio que unen belleza y soberbia. Otra cosa que molesta al paseante es que le adelanten, por eso siempre procura no caminar delante de este grupo, sabe que van muy deprisa y que irremediablemente le alcanzarán.
Y sin más molestias, prejuicios y machismos misóginos Corso y él vuelven a casa...
A la media hora de iniciado el paseo se llega al cruce de caminos principal, si Corso camina por delante se para, se vuelve y mira a su amo, esto lo hace para no tener que dar marcha atrás, el paseante si tiene prisa en ese momento se vuelve, de lo contrario puede ir a la izquierda, muy raramente a la derecha y la mayoría de las veces hacia adelante, Corso una vez aclarado el itinerario se vuelve a adelantar.
Por encima de otros sonidos se oyen a intervalos varios bocinazos que hacen que pierda el hilo de sus pensamientos, por un momento se sorprende pero rápidamente se da cuenta de lo que pasa: como otros años en el grupo de Las chicas de plata varias de sus componentes quieren ponerse morenas y descubren sus brazos, hombros y escotes lo que hace que los camiones berreen como ciervos en celo. Este grupo siempre pasea por la vía de servicio que discurre pegada a la autopista. Está compuesto por madres jóvenes que después de dejar a sus niñas y niños en el cole se juntan para pasear, su número oscila entre dos y seis componentes.
Al paseante le gusta el itinerario del camino de tierra de la ribera del río. Cuando ha llovido y está embarrado pasea por el otro camino, entonces se cruza con Las chicas de plata, saludan muy amablemente, todas menos una, la que mas buena está o mejor ha sabido mantener su juventud, al paseante le molesta esta actitud no tanto por la negación del saludo sino por la confirmación de ese manido prejuicio que unen belleza y soberbia. Otra cosa que molesta al paseante es que le adelanten, por eso siempre procura no caminar delante de este grupo, sabe que van muy deprisa y que irremediablemente le alcanzarán.
Y sin más molestias, prejuicios y machismos misóginos Corso y él vuelven a casa...
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